Ya sea en la escuela o en el trabajo, en ocasiones resulta imposible escapar a situaciones que ponen en entredicho nuestras capacidades para todo tipo de cosas, unas veces tenemos que elaborar maquetas, otras tenemos que trabajar en equipo y en otras tantas nos toca dar una plática, exposición o conferencia frente a un grupo que puede variar en número de personas pero el común denominador siempre es: el nerviosismo.
Para eso hay un libro muy bueno titulado How To Speak To Any Audience (Cómo hablarle a cualquier audiencia) de Ken Howard, de verdad es muy bueno y provee de buenos tips para manejar este tipo de situaciones, y en serio que terminando de leerlo quieres ir a pararte frente al primer público que te encuentres y empezar a hablar de lo que sea.
Pero si no tienes el tiempo o bien no quieres leer todo el libro, aquí te resumimos en 3 sencillos puntos lo más destacable para cuando se te presente la ocasión.
Ordena tus ideas.
Te dijeron que mañana, en una semana, en un mes vas a dar un discurso, ya está, resígnate, va a pasar, y más pronto de lo que crees, así que en vez de agobiarte planeando maneras de evitar que eso suceda mejor ordena tus ideas antes del gran día. Separa el discurso en temas, será más fácil, tu cerebro se puede pasmar si intentas memorizarlo todo, encuentra el equilibrio entre leer y platicar, piensa en esto ¿le pondrías atención a un orador que solo está leyendo un texto o unas diapositivas?
El uso de palabras clave en tarjetas alivia mucho la tensión y te da una mano a la hora de recordar, nuestra memoria tiende a ser muy visual así que también el uso de imágenes es un refuerzo útil, y platícalo, no intentes meterle tus ideas al público, cada quien se queda con lo que quiere, tu simplemente comunícalo y listo.
La práctica hace al maestro.
No es como si fueras a hacer algo que nunca has hecho antes, si te pidieran cantar frente al público y no tienes experiencia ahí si tendrías un gran problema. Pero ¿platicar? Siempre platicas, con tu familia, con tus amigos, probablemente hasta con tu perro. Así que a platicar se ha dicho, platícate a ti mismo la conferencia, frente al espejo o imaginándote ya al público frente a ti, ¿qué vas a lograr con esto? Interiorizar la plática, hacerte menos dependiente de los papelitos, las anotaciones y tarjetas, quien sabe, puedes terminar sin si quiera necesitar un solo recordatorio y hablando tan fluido como nunca pensaste. Para los nervios del "día del juicio" la clave no es imaginar al público desnudo (aunque sí te funciona; adelante) más bien se recomienda poner atención a la respiración, hacerlo profundamente para llevar oxigeno al cerebro y calmarle sus locas ideas de que todo saldrá mal.
Libera tu mente (Take it easy).
Dice el libro de Howard: "Sí inicias con un chiste el resto de tu discurso puede ya no importar". Claro que el uso de chistes no es aplicable siempre, habrá públicos con los que no sea aconsejable, y si te aferras y de pilón el chiste es malo vas a quedar como estúpido antes de comenzar siquiera.
Muy importante: Equivocarte y resaltar aún más la equivocación con un "lo siento" es lo peor que se puede hacer, sí llegara a haber una equivocación lo mejor es continuar como si nada.
El movimiento a la hora de la plática es recomendable pero no abuses de él, no es bueno traer a la audiencia siguiéndote con la mirada de un lado al otro, el contacto visual también es importante, repártelo entre los espectadores, no te le quedes viendo a la chica más atractiva o al profesor únicamente.
Y con esos 3 consejos si no te sale perfecto al menos no darás la plática más aburrida del mundo, mantener las cosas interesantes (como cuando platicas tus últimas vacaciones) es fácil cuando te haces a la idea de que incluso si las cosas salieran pésimamente mal; el mundo no acaba para ti, sí no se acabó para Bill Clinton y Monica Lewinsky menos para alguien que no dio una buena plática.
Pero lo harás bien.
Tal vez te interese:
No hay comentarios:
Publicar un comentario