Siempre me ha intrigado esa costumbre extraña que tienen
algunos hombres de gritarle, chiflarle y piropear a las mujeres en la calle, y
siempre me he preguntado ¿alguna vez consiguen que la mujer a la que le silban
se sonroje, les de su teléfono y terminen en una noche apasionada? No dudo que
si, hay de todo en este mundo.
Pero para la mayoría de mujeres que conozco este
comportamiento es molesto, ¿y por qué no habría de serlo? Salir a la calle y
recibir gritos desde los vehículos o bien de los mismos transeúntes del tipo “¡Mija!”,
“¡Sabrosa!” o “¡Chiquita!” por mencionar algunos no ha de ser muy agradable que
digamos.
Sí el acoso callejero estuviera tipificado como delito y los
practicantes fueran remitidos a las autoridades tal vez la situación sería
otra, pero la realidad es otra, vivimos un conformismo, un costumbrismo que
hace de este acoso algo ya habitual, pareciera que la mujer tiene que
atenerse a recibir estos comentarios al salir a la calle, o peor aún: ser ella
responsable del acoso que recibe en función de lo atractiva y/o llamativa que
se viste. Como si la manera de vestirse fuera directamente proporcional al acoso que recibirá.
La ecuación probablemente sería:
Probabilidad de acoso = tipo de vestimenta + tiempo de exposición.
En una ocasión me tocó presenciar a un sujeto que iba de copiloto en un vehículo y sacó medio cuerpo por la ventanilla para gritarle a una mujer “¡Yegua!” mientras golpeaba la puerta del vehículo repetidamente. Yegua… ¿no es eso un insulto? Y como no soy abogado me cansé de buscar en el código penal algún artículo que catalogue el insultar como un delito. Lástima.
Por último les comparto este video hecho en Perú donde
tampoco las mujeres escapan a este comportamiento neandertal, la deportista
Natalia Málaga identificó en las calles de Perú a dos “acosadores seriales”,
contactó a sus madres, les explicó la situación y logró que accedieran a
disfrazarse de manera atractiva y que pasaran frente a sus respectivos hijos
para recibir el obligado piropo, ansío ver algo así aplicado en México, con las
“jefesitas” mexicanas no se sabe cuál sería la reacción.
Campaña “Sílbale A Tu Madre”.
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